Una amiga me ha dicho en numerosas ocasiones que, si sabemos ser receptivos, muchas veces en el desayuno nos llegan regalos o soluciones a cuestiones que hemos planteado la noche anterior.

Yo entré una noche en la cocina, antes de irme a la cama, y al ver el jengibre que tenía colocado de pie sobre un cuenco, con un poco de agua, me dije: ¡Es increíble! Si parece una mano de gordos y cortitos dedos, saludándome… y me acosté a dormir.

A la mañana siguiente… me pasó lo que os cuento; y lo cuento con la esperanza de sacaros una sonrisa y la intención de resaltar la importancia de una alimentación natural, basada esencialmente en alimentos frescos y vegetales, cereales, legumbres, frutos secos… para mantener la salud y la vitalidad.

Jengibre

Un alboroto en la cocina me sobresalta. Entro curiosa y, para mi sorpresa, el jengibre fresco me saluda, con sus gordos dedos…

Miro a mi alrededor… y todo cobra VIDA.

Me acerco a ver el Kéfir y éste agrieta su superficie, sonriéndome (se le cae la baba).

Los germinados llaman mi atención, abriendo sus tiernas hojitas.Limones.jpg

La piña se acicala y afina sus puntiagudos cabellos.

El limón, pálido y envidiosillo, rueda rápido hasta ella; y le siguen, gustosas, el resto de las frutas.

Los membrillos y los melocotones me envuelven con su aroma. ¡Qué delicia!

Las nueces y las almendras con sonoras cáscaras tocan las castañuelas, haciéndose notar.

Los copos de avena me acarician con delicadeza.

El arroz integral, orgulloso y sabroso, se coloca el primero en la fila de los cereales.

Las legumbres misteriosas, redondas o arriñonadas, me muestran su gama de colores: amarillas, blancas, verdes… rojas y pintas… marrones y negras.

Las verduras y hortalizas, tiernas y frescas, me conquistan; y la remolacha, que se sabe favorita, ante mi mirada, se ruboriza.Remolacha.jpg

El aceite de oliva, denso y tranquilo, virginal y puro, inunda de luz la estancia.

Pongo las frías y rígidas algas en remojo y, al poco, el agua las transforma y se vuelven sedosas.

Berenjenas.jpg

De pronto, en el espejo de las berenjenas veo la miel… y ésta, que conoce su poder, me atrae, dulce y deliciosa.

Me llevo un poquito a los labios… y río.

Las especias se vuelven locas y desprenden mil aromas.

La cocina es una fiesta.

¡¡ Qué feliz me siento en mi cocina viva!!

Rio, bailo y canto.

Y doy gracias al Cielo y a la madre Tierra por tanta riqueza.