Los orígenes de la medicina china se pierden en la memoria de los tiempos; hace miles y miles de años antes de Cristo, cuando los llamados Hombres Verdaderos o Inmortales (Zhen Ren) vivían en consonancia con la Naturaleza, mantenían profundos vínculos con el Universo y actuaban según los principios del Taoísmo.
En uno de los documentos médicos más antiguos de la historia de la humanidad, el Manual de Medicina Corporal del Emperador Amarillo (Huang Di Nei Jing), libro de referencia de la medicina china, se puede leer:
<<En los tiempos antiguos había hombres verdaderos que podían distinguir las energías importantes del Cielo y de la Tierra, comprender los principios del Yin y del Yang, emprender ejercicios de respiración de energía pura, conservar sus espíritus con gran cuidado y mantener sus músculos tan fuertes como siempre. La longevidad de muchos hombres verdaderos puede sobrepasar la del Cielo y la Tierra porque sus vidas parecían sin fin.>>
Según este mismo libro, a estos hombres de los tiempos antiguos les sucedieron los llamados Hombres Perfectos (Zhi Ren); luego, los Sabios (Shen Ren); y, finalmente, los Virtuosos (Xian Ren); y en este proceso el ser humano se fue desligando de los principios universales y fue perdiendo vitalidad y longevidad.
De los hombres sabios se dice en el Nei Jing que sabían vivir de manera adecuada, según las leyes del Yin y del Yang, y llevaban una vida sencilla, tranquila y ordenada, con pocos deseos y sin cometer excesos, ni en la comida o bebida, ni en las relaciones sexuales.
Se contentaban con los deliciosos alimentos que tenían a su alcance y no dejaban espacio en sus mentes para la preocupación por las ganancias o pérdidas materiales ni para la ira, manteniendo una actitud tolerante y una mente pacífica, sin temor.
Sabían conservar sus energías, protegerse de las energías dañinas y del viento, y mantener la adecuada circulación de la energía por el cuerpo, para no fatigarse y no caer en la enfermedad.
Manteniendo, por tanto, sus mentes y sus cuerpos en perfecta armonía, los sabios antiguos pudieron vivir la duración natural de la vida humana, sobrepasando los 120 años.
Como se desprende de estos párrafos, la medicina china es ante todo una medicina preventiva, preocupada por el mantenimiento de la salud antes que por la curación de las enfermedades, que también.
La humanidad actual es apenas un tímido reflejo de aquellos sabios antiguos. La diferencia más importante estriba en que hemos perdido el sentido de UNIDAD y la conexión con el universo y la Naturaleza. Creemos que somos seres aislados y que las leyes naturales no nos afectan; por lo que vivimos al margen de ellas; y este error de base nos impide conectar con la fluidez de la vida.
Desligados de nuestra propia naturaleza y sin conexión con nuestro interior vivimos persiguiendo la satisfacción de los deseos a costa de nuestra propia salud. Cometemos excesos continuos y no vivimos de acuerdo a los ritmos naturales ni a la climatología o energía de cada estación.
A una vida excesivamente sedentaria se une la ingesta de demasiadas sustancias procesadas y artificiales que nuestra biología no puede reconocer; y la intoxicación de nuestros órganos y nuestras células con sustancias estimulantes o preparados químicos tales como drogas, alcohol, tabaco, café o medicamentos, que sobrecargan y saturan los mecanismos de limpieza y eliminación de toxinas y bloquean la correcta circulación de la energía y la sangre (Qi Xue) en nuestro cuerpo.
La desarmonía en el cuerpo se acompaña de la misma falta de armonía en la mente y las emociones. En un mundo de prisas y estrés vivimos presos y a merced de una mente agitada que, creyéndose todopoderosa, se aleja de la auténtica sabiduría y solo puede ofrecernos frustración, sufrimiento y enfermedad.
No encontramos la paz y la serenidad y, de este modo, la felicidad que tanto anhelamos se nos escapa en cada instante.
En esta situación, son muchas, y cada día más, las personas que sienten que ESTE NO ES EL CAMINO y DAN UN GIRO A SUS VIDAS. El primer paso es PARARSE, tal como indica Marian te Wechel (autora de artículos sobre La inteligencia de la vida) en su artículo Los Caballos Desbocados.
El hexagrama nº 3 del I Ching, El Libro de las Mutaciones, llamado La Dificultad Inicial explica que para ordenar el caos en el estado de conmoción, literalmente hay que parar el ritmo y la actividad, parar la mente y conectarnos con nuestro interior para poder oír la silenciosa voz que, cual eco lejano de aquellos antiguos sabios, nos muestra el camino de retorno al equilibrio, el orden y la salud.
En este proceso, la meditación es imprescindible. También el Qi Gong, una gimnasia energética terapéutica que se integra dentro de la medicina tradicional china, nos abre una vía maravillosa para posibilitar ese cambio de actitud y de conciencia.
Me ha gustado mucho, voy a disfrutar de tu blog. Es un estupendo regalo en estos días de Navidad. Gracias Isabel
Muchas gracias por tus palabras. Espero que te gusten también las próximas publicaciones.
Un abrazo navideño.