La remolacha roja es un alimento especialmente interesante desde el punto de vista de la bioenergética de los alimentos, según la medicina tradicional china, por sus cualidades tonificantes de la sangre.  Esto la hace recomendable practicamente para todo el mundo.

La remolacha roja es un alimento ideal para las mujeres por la necesidad natural que éstas tienen de tonificar la sangre continuamente, debido a las pérdidas propias de su naturaleza o a los embarazos o  partos.

Es buenísima para los jóvenes en edad de crecimiento por los aportes sanguíneos continuos y crecientes que demanda un cuerpo en construcción; para los deportistas, por el gasto continuado de sangre y energía que derrochan con su actividad y por las reservas de sangre que exigen sus músculos al hígado durante la práctica del ejercicio; para los estudiantes y aquellos que se preparan para exámenes u oposiciones, por el desgaste extremo que producen en el Bazo (el encargado, desde el punto de vista energético, de producir la sangre) la reflexión continua y las muchas horas de postura sentada; así como por el consumo enorme de sangre, a través de los ojos, que deriva de la lectura y el trabajo con el ordenador; especialmente si se produce de noche.

Este dulce y rojo alimento es de obligado consumo para vegetarianos y veganos, por la deficiencia de sangre que suele acompañar a una dieta exenta de productos de origen animal y sin los debidos complementos alimentarios; y es muy bueno para las personas mayores,  débiles o enfermas; cuya sangre se debilita también con la edad, o la pérdida de Qi (energía) y vitalidad.

Finalmente, la remolacha roja es un aliado maravilloso en la alimentación de enfermos con cáncer, cuya dieta deberia suprimir toda proteina animal e incluir alimentos-medicina como éste, con un alto poder anticancerígeno y muy depurativo, pues estimula el funcionamiento del hígado, los intestinos y el riñón y agiliza la expulsión de toxinas.

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Bioenergéticamente la remolacha roja es de naturaleza neutra (ni calienta ni enfría el interior del cuerpo) y dulce, por lo que beneficia al elemento Tierra (el Estómago y el Bazo). Su color rojo oscuro e intenso, debido a sus pigmentos, capaces de manchar los dedos y de teñir los labios y la lengua, indica su afinidad por los meridianos y los órganos que tienen que ver con la sangre: el Hígado (que almacena la sangre) y el Corazón (que la impulsa) y revela esa cualidad de dar tono a la sangre y mantener una buena calidad de la misma en el cuerpo.

De su análisis químico destaca su gran contenido en antioxidantes (vitamina C y flavonoides) relacionados con su acción protectora del hígado y sus beneficios para controlar el colesterol; folatos que intervienen en la producción de globulos rojos y blancos y en la síntesis de anticuerpos y de material genético, y protegen de enfermedades cardiovasculares; hierro, ácido fólico y vitaminas del grupo B, para evitar o tratar la anemia; fibra insoluble y pocas calorías, para saciar el hambre, ayudar a mantener el peso, regular la diabetes y combatir el extreñimiento; carotenoides que mantienen la salud ocular; alto contenido en potasio y poco en sodio, lo que le otorga propiedades diuréticas, ayudando a eliminar líquidos y desechos como el ácido úrico y resultando beneficiosa en infecciones de vejiga urinaria;  yodo que ayuda a regular la glándula tiroides.

A pesar de todos sus beneficios, las personas que tienen predisposición a formar cálculos de oxalato de calcio en el riñón han de restringir su consumo.

Aquellos que se decidan a consumirla en mayor cantidad han de tener en cuenta que los pigmentos de la remolacha roja teñirán de color rojizo las heces y la orina; y no deben asustarse por ello.

La remolacha roja  o Beta vulgaris es de la misma especie botánica que la acelga; y sus hojas se pueden consumir como si fueran hojas de acelga; si bien es la raíz la que presenta las mayores propiedades; y se debe consumir cruda para aprovechar éstas al máximo; y, siempre es mucho mejor si procede de cultivos ecológicos.

La remolacha roja cruda se emplea como ingrediente de licuados de frutas y verduras, batidos o cremas de verduras frescas o rallada en ensaladas.

Si se prefiere cocida hay que prepararla previamente para evitar que se «desangre» en la cocción y se pierdan sus nutrientes disueltos en el agua. Se debe lavar concienzudamente y no cortar el extremo inferior de la raíz ni quitar la piel; solamente cortar los tallos de las hojas a una altura de unos 3 cm de la raíz y dejar unos días para que se cicatricen las heridas de los cortes. Entonces se cuecen la raices enteras en agua abundante. El tiempo de cocción dependerá del tamaño de las remolachas. Una vez cocidas, se pueden pelar y trocear muy facilmente.

En los herbolarios y tiendas de productos ecológicos se encuentran jugos de remolacha y remolacha roja en polvo, buenas alternativas si no disponemos, en un momento dado, de remolacha fresca.

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